¿No
resulta absurdo que ahora tus ojos brillen en el vacío que alguien dejó? Un
vacío profundo, tal vez demasiado, que pretendió ser mucho y acabó siendo poco,
que quería abarcar tanto que el saco acabó por romperse.
Ahora
recoges la ropa del suelo que te quitaste apresuradamente sin pensar en porqués
ni después, y te vistes, aunque sigues estando metafóricamente desnuda.
Recuerdas que olvidaste (qué paradoja) reducir la velocidad de un corazón que
cree que va en autopista y decides parar, al menos por un tiempo.
Salvaguardas
las distancias de seguridad y te dispones a construir el siguiente castillo en
el aire. Un consejo: esta vez intenta poner un poco más de razón y menos corazón en los
cimientos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario