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martes, 6 de noviembre de 2012

865.



¿No resulta absurdo que ahora tus ojos brillen en el vacío que alguien dejó? Un vacío profundo, tal vez demasiado, que pretendió ser mucho y acabó siendo poco, que quería abarcar tanto que el saco acabó por romperse.
Ahora recoges la ropa del suelo que te quitaste apresuradamente sin pensar en porqués ni después, y te vistes, aunque sigues estando metafóricamente desnuda. Recuerdas que olvidaste (qué paradoja) reducir la velocidad de un corazón que cree que va en autopista y decides parar, al menos por un tiempo.
Salvaguardas las distancias de seguridad y te dispones a construir el siguiente castillo en el aire. Un consejo: esta vez intenta poner un poco más de razón y menos corazón en los cimientos.

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