Seguidores

viernes, 27 de enero de 2012

Aquí solo contábamos tú y yo.


Una vez me enamoré de una voz que susurraba versos sueltos de una canción sin acabar. Los dedos de aquel poeta nocturno acariciaban las cuerdas de su guitarra con suavidad mientras entrecerraba los ojos y su voz adoptaba el desgarro de Sabina.
Nunca llegó a decirme su nombre, pero no me importó. Con él no hacían falta palabras, solo largas miradas tintadas de deseo. Me llamaba princesa y eso hacía que me derritiese antes que el hielo de mi copa. Cada noche se sentaba en el borde de mi cama y tras dos boleros y un blues, saltaba sobre mí e iniciaba una nueva travesía sobre mi piel. Me desnudaba en dos segundos y yo me abandonaba al sentir su aliento sobre mi cuello. Aunque parezca lo contrario, lo nuestro no fueron diez polvos mal contados. A veces pasaba de la acción y pintaba paisajes con un pincel imaginario sobre mi espalda. Y yo me dedicaba a memorizar cada recoveco de su cuerpo por si algún día se marchaba. Y lo hizo.
Escribí los versos que recordaba en mi pared y los leía cada noche para imaginarme que volvía como siempre, a contarme historias con la luz apagada. Pero nunca volvió. Hasta esta noche.

3 comentarios:

elafoiser dijo...

q lindo lo q as escrito.. >:(

Sil dijo...

muchas gracias:)

elafoiser dijo...

E vuelto para decirte que tienes un premio en mi blog! :D Espero que te alegres y q tengas una semana relinda muchacha! Besos!^^