miércoles, 6 de abril de 2011
Up all night.
S camina por la avenida observando detenidamente el atardecer. El sol se esconde tras las montañas y sus últimos rayos bañan, como despidiéndose, las aguas cristalinas. S aprieta el paso, se pone los auriculares y sube el volumen. Matt Willis le susurra al oído un par de palabras de amor y S sacude la cabeza con una sonrisa. “¿Tú también?”
Desentona con la gente que pasea debido a su paso ligero. Aunque a ella le da igual, siempre ha sido la rara en todos lados, está acostumbrada a que la miren mal. Le ofrece una sonrisa pícara a un niño que le acaba de sacar la lengua. Y, por fin, se para, aunque solo sea por un momento. A falta de su amada cámara-esta vez se ha quedado en casa-saca el móvil y hace una foto al atardecer. Le gustaría poder guardar esa imagen para siempre en su mente y recurrir a ella cada vez que se sienta como ahora. No sabe por qué, pero una extraña sensación le aprisiona, siente un vacío en su interior y la necesidad de llenarlo.
Reanuda el paso y sube más el volumen. La música tan alta no le deja escuchar sus pensamientos. Sigue caminando por el largo paseo, la gente pasa a su lado. El reloj de la avenida marca 20º, aunque no lo parece. El viento helado le congela las manos y le agarrota los dedos. Sin apenas darse cuenta, llega al final, a un pequeño mirador con vistas a toda la playa. Aunque las nubes ya casi invaden todo el cielo, aún queda un resquicio libre sobre el mar. Se sienta en unos escalones de piedra y, de pronto, la canción cambia. Una melodía que conoce demasiado bien resuena en su cabeza. La voz de Dani Martín comienza a sonar. Le habla de su pasado, de unos dieciséis años un tanto lejanos. A S se le llenan los ojos de lágrimas, odia llorar delante de la gente, se ha estado aguantando todo el día. No es por nada en particular, es un cúmulo de situaciones que, por separado, no son gran cosa, pero todo junto parece algo enorme. Se seca la cara en el pulóver y cierra los ojos. Se ríe al imaginarse lo que deben de pensar los que ahora la estén mirando. Ella es así, pasa del llanto a la risa en un momento. Se queda un rato mirando el mar, y cuando las nubes cubren ya todo el cielo, se levanta. Es hora de irse. Y recorre el camino de vuelta a casa.
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